Un día estaba mostrando unas láminas del ciclo de vida de las mariposas a
una clase de niños de 6 años de edad, y les pregunté cómo pensaban que
podía suceder. Un pequeño con su rostro muy iluminado exclamó: "Yo sé,
¡la oruga tiene el corazón de una mariposa!" ¡Que madura y sabia alma!
Es cierto, si sabemos en nuestro corazón lo que queremos llegar a ser,
entonces nos convertiremos en eso.