martes, 11 de septiembre de 2012


Un día estaba mostrando unas láminas del ciclo de vida de las mariposas a una clase de niños de 6 años de edad, y les pregunté cómo pensaban que podía suceder. Un pequeño con su rostro muy iluminado exclamó: "Yo sé, ¡la oruga tiene el corazón de una mariposa!" ¡Que madura y sabia alma! Es cierto, si sabemos en nuestro corazón lo que queremos llegar a ser, entonces nos convertiremos en eso.


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